Los audiocuentos han surgido en este contexto como una alternativa donde el niño, sin apoyo visual, recrea el cuento en su cabeza y estimula la creatividad. Además de estimular la imaginación, crean un referente de dicción y entonación que ayudará a la expresión oral y a la lectura en voz alta del niño. También pueden ayudar a crear un hábito de lectura y generar curiosidad por los libros. No depender de una pantalla también ayuda a un correcto desarrollo de la vista.
Sin embargo, es muy recomendable que esta actividad cuente con la supervisión de los padres, que deben ayudar a los pequeños a entender lo que están escuchando, comentándolo o complementándolo.
De este modo, el niño juega con su imaginación y aprende a enfocar la atención. También amplía su vocabulario y aprende a gestionar las emociones.
1.Escuchar cuentos también es leer: Desde el punto de vista neurológico, escuchar audiocuentos es similar a leer: científicos han comprobado que las partes del cerebro que se activan al leer libros y al escuchar audiolibros son básicamente las mismas, aunque eso no quiere decir que la experiencia sea exactamente igual. De hecho, con los audiocuentos pueden darse respuestas emocionales distintas, debido a como se interpretan los textos desde el punto de vista de la voz, con sus inflexiones y pausas.
2.Los audiocuentos estimulan la imaginación: Al no contar con apoyo visual de imágenes, los niños deben evocar sus propias imágenes mentales mientras escuchan el audiocuento. Este proceso de tener que imaginar lo que no ven ayuda a desarrollar fuertemente su creatividad.
3.Potencian la capacidad de atención: Cuando los niños consiguen enganchar con una buena historia, querrán seguir conectados a ella para saber qué sucederá y no perderse ningún detalle. Este tipo de experiencias predispone a los niños a escuchar y desarrollar su capacidad de atención.
4.Crean mejores lectores: Los audiocuentos exponen a los niños a una gran cantidad de vocabulario y estructuras sintácticas. Esto permitirá que puedan acceder a cuentos más complejos de los que acostumbran a leer, y que se sientan menos abrumados o intimidados al enfrentarse a textos más avanzados. De igual forma, los audiocuentos pueden ayudar a aliviar las frustraciones de los niños que presentan más dificultades mecánicas para decodificar las letras; escuchar el cuento en tiempo real permitirá que se concentren más en él que si estuviesen intentando leerlo.